Sonríen tus ojos y los veo andar por allí en los pastos de mi corazón.
Es una sensación difícil de explicar pero puedo describirla así:
Usan zapatitos de luz y alzan los brazos queriendo tocar las nubes de mis arterias;
felices canturrean canciones felices,
y sus miradas, pues también tienen ojillos luminosos,
recorren mi empaque humano alegrándome la vida, cada día,
y me apaciguan los diablos que me habitan,
y los dejo acercáseles a ellos,
y los veo platicar ambos, tus ojos sonrientes y mis diablos,
y en esos momentos puedo sentir la caricia de la dicha en mi ser escamado, vida mía.
He visto descender a un pájaro a mi paso. He logrado ver una estela de su vuelo. ¡Que afortunado! Él, porque sin mí, sin mi mirada, existe; y yo, porque he logrado ver lo que pocos.
Esa imagen ha detonado una idea en mi cabeza. No sé por qué, no me pregunten que nada sé, todo lo creo. El pájaro ha descendido porque así lo decidió no le importó mi presencia humana a pesar que puedo ser su depredador, aunque no lo sería claro está.
Él igual que yo no sabe nada, y eso nos acerca, que no sabemos nada de nada. Mucho lo creemos, y más lo intuímos.
En ese pedestre punto el pájaro y yo somos uno mismo. Así, como él lo decidió, bajó de su cómoda rama al suelo; y yo, decidí caminar por este punto en donde vi la maravilla de su vuelo.
De esa misma manera todos tomamos decisiones trascendentales, las que nos cambian la vida, sin duda, no las cotidianas, las que tomamos por inercia.
Pero tomamos esas decisiones solo después de haber descendido a la consciencia …creo.
Cruza los destierros de la sangre que me escaman la piel Hazlo por uno solo de mis besos
o hazlo por el amor mismo o solo por molestar al universo que apostaba como muchos otros que nuestras almas permanecerían petrificadas en el limbo de la lejanía estancadas en el fondo del hastío