Era 1996 o 1997, creo, de lo que sí estoy seguro es que era una reunión de periodistas; de esas en las que todos nos conocemos, aunque sea de oídas. Allí nos presentaron. Trago en mano, a nuestras anchas. Luego de los respectivos saludos, intercambiamos algunas frases, fieles a nosotros mismos, los que fuimos, los que somos, como lo hacen los pistoleros de Sensacional de Vaqueros, en la barra, antes de salir del Saloon, a medir su velocidad con las armas.
Recuerdo al vuelo, de botepronto:
— ¿Miguel Galicia?, sí, ya he escuchado de ti.
— Roberto Castañeda… mmm, sí yo también he escuchado de ti.
Fue un momento que definió parte de nuestra relación, de amistad, camaradería, compañerismo, coleguería, complicidad. Duró apenas unos momentos, como esa escena en la que el bar intergaláctico enmudece cuando Obi-Wan Kenobi, acompañado de un joven Luke Skywalker, eliminar a un bravucón.
Roger, por su parte, hablaba, como lo hace ahora, o mejor dicho deleitaba con su plática sobre películas, cine. Hipnotizador de serpientes, y escuchábamos. La noche siguió y entonces no sabíamos que nos volveríamos a encontrar.
Nuestros caminos se han bifurcado y coincidido en varias ocasiones durante todos estos años. Sería mi jefe segundo, en un diario cuya suerte culminó mal; mi dupla en la media cancha en los juegos de futbol en la Magdalena Mixhuca; mi compa en los juegos de dominó, con otros amigos entrañables, y en noches de ronda, de esas que pasan tristes y con ganas de seguir comiendo lunas crudas, platicando de diablos, de música, de todo y nada, mientras se paladean unos tragos.
Decir que Robert es mi amigo del alma sería mentir, pero hemos compartido lo suficiente para colocar al otro, y en este caso hablo por mí, en un lugar especial entre mis más cercanos camaradas. A ambos nos unen lazos irrompibles, como el respeto mutuo, el amor a la bohemia, a la música, a la literatura, a la escritura —ambos apreciamos las buenas historias—, pero sobre todo, el saber que somos de la misma clase de animal, de esos que en medio una noche tormentosa se encuentran, y se acompañan para aullarle a la luna.
Feliz cumpleaños Robert